sep. 08 2025
Prensa CBPC
Santo Domingo, RD (Nelson de la Rosa, Prensa CBPC).- Hoy no voy a escribir de récords ni de efemérides. Tampoco de estadísticas ni de actualidad. Hoy quiero contar una historia cargada de emoción, de esas que muestran cómo el béisbol trasciende fronteras y sentimientos.
Rafael Santa Cruz Batista, histórico delegado administrativo de equipos como La Habana y Mayabeque en las Series Nacionales de Cuba, jamás ha estado en la región del Cibao. Sus pies nunca han pisado tierra dominicana. Sin embargo, no hay un cubano más seguidor de las Águilas Cibaeñas que este moreno de Güines, localidad ubicada a unos 50 kilómetros de La Habana.
“El Santa”, como todos lo llaman en el béisbol cubano, es conocido desde los más humildes peloteros provinciales hasta las grandes estrellas que brillaron en Grandes Ligas. Tiene su carácter, como cualquiera, pero es un tipo chévere, de esos que saben de pelota porque la han vivido intensamente. Además, disfruta como pocos la música de Los Van Van y de “Pupy y los que son Son”.
Su hoja de vida es amplia: delegado en Series Provinciales, en ligas de desarrollo, en incontables Series Nacionales y con experiencia en equipos nacionales Sub-15, Sub-18 e incluso con el conjunto de mayores de Cuba. Pero, por encima de todo, es un aguilucho de corazón. Conoce la historia de la franquicia cibaeña, de sus hazañas y de sus figuras, y en Miguel Tejada tiene a su ídolo de siempre.
Es difícil verlo sin algo que delate su pasión por Quisqueya y sus Águilas: una camisa, una pulsera, una gorra… nunca falla.
Consciente de esa devoción, hace algunos años —mientras narraba para los Huracanes de Mayabeque— me propuse darle una sorpresa. Y gracias a mi hermano de Comunidad, John Fleury (el inglés más aguilucho que conozco), se hizo realidad un regalo que “El Santa” jamás imaginó.
John, moviendo sus múltiples contactos, viajó de Santo Domingo a Santiago de los Caballeros y consiguió algo único: un poco de arcilla del Estadio Cibao, nada menos que del infield, en el área del short stop… la misma que tantas veces pisó Miguel Tejada con sus spikes.
La escena ocurrió el viernes 11 de abril de 2014, en el Estadio Nelson Fernández. John le colocó una gorra de las Águilas, le entregó la bolsita con la arcilla y le relató de dónde provenía. “El Santa”, con una camisa de República Dominicana usada en la Serie del Caribe, escuchó en silencio, con los ojos húmedos, hasta que las lágrimas le brotaron sin remedio.
Ese día, en una tierra como Cuba, con tanta tradición beisbolera, un cubano y un inglés se estrecharon las manos y se abrazaron… gracias a las Águilas Cibaeñas.
Hoy, Rafael Santa Cruz Batista sigue sin conocer el Cibao. Pero no tengo dudas: no hay cubano más aguilucho que él.
Ojalá un día lo veamos en el “Valle de la Muerte”, cumpliendo su sueño, compartiendo anécdotas con la afición y saludando a las estrellas de hoy.
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