El bateador de .619 en la Serie del Caribe que llamaban “Mentirita”

Publicado: 04 sep., 2025

Santo Domingo, RD (Nelson de la Rosa, Prensa CBPC).– En mis primeros pasos como “anotador” de béisbol, con apenas 11 años, viví una experiencia que jamás olvidaría. Fue en el viejo estadio Nelson Fernández de mi natal San José de las Lajas. Aquella noche, con el alumbrado encendido y pocas personas en las gradas, me senté en uno de los palcos detrás de la malla para no perder detalle alguno.

De pronto, se me acercó un hombre alto, de tez oscura, rostro marcado por algunas verrugas y una sonrisa campechana. Me miró curioso y me dijo: “¿Qué tal niño?”. Con timidez respondí: “Aquí”. Entonces, sorprendido, agregó: “¡h, ¡qué interesante, llevas el score del juego!”, y se sentó a mi lado unos minutos.

Yo no lo sabía entonces, pero aquel gigante era Lorenzo Cabrera, un hombre de leyenda a quien muchos conocían en el pueblo como “Chiquitín Mentirita”, apodo nacido de las dudas que generaban sus relatos beisboleros entre los más jóvenes, en aquellos años 80 en Cuba, cuando el béisbol profesional era ya un recuerdo lejano y la información circulaba apenas de boca en boca.

Con el tiempo descubrí que “Chiquitín” no inventaba nada. Nacido en Cienfuegos en 1920, debutó en la pelota profesional cubana con Almendares en la temporada 1942-43. Tras un paréntesis, volvió con fuerza con el Marianao, al que defendió hasta 1953, además de vestir los colores de Habana. Zurdo para batear y lanzar, fue socio ofensivo de nada menos que Orestes Miñoso, quien entonces jugaba en la antesala.

En seis campañas consecutivas en Cuba bateó por encima de .300. También jugó en Nicaragua y brilló en la Liga Mexicana, donde fue Champion Bat en 1950 y dejó registro en cuatro temporadas de 292 juegos, 339 hits, 57 dobles, 21 triples, 19 jonrones y promedio de .309.

En 1947 y 1948 integró a los New York Cubans, campeones de la Serie Mundial de las Ligas Negras en 1947. Y más tarde, en 1957, reforzó en la pelota invernal dominicana a los Leones del Escogido.

Pero si hay un hito que lo inmortaliza, fue la Serie del Caribe de 1951 en Caracas. Cabrera llegó como refuerzo del Habana, tras brillar con Marianao en la liga cubana. Allí, defendiendo la inicial y como segundo bate en el lineup, conectó 13 hits en 20 turnos para un average de .619, cifra que todavía hoy es récord absoluto en los clásicos caribeños. Fue líder de hits, integró el All Star Team y dejó para siempre su huella en el torneo.

Aquel hombre que con sencillez se sentó junto a mí en las gradas de San José de las Lajas resultó ser una gloria del béisbol caribeño. Ese día conocí al ser humano que fue Lorenzo “Chiquitín” Cabrera. Tiempo después, comprendí que detrás de cada una de sus historias no había “mentiritas”, sino una gran verdad.